Hoy, 14 de abril y desde el año 2020, se conmemora el “Día Mundial de la Enfermedad de Chagas”. Enfermedad olvidada, enfermedad de pobres, enfermedad silenciosa…
Esta enfermedad zoonótica, producida por un protozoario monoflagelado, Trypanosoma cruzi, es transmitida al hombre y otros hospedadores mamíferos por insectos hemípteros, conocidos vulgarmente como vinchucas.
El descubrimiento de esta enfermedad fue un logro de la genialidad y perseverancia de un investigador, el Dr. Carlos Chagas, de quien tiene su nombre. En 1909, Carlos Chagas se encontraba investigando una epidemia de paludismo en Minas Gerais, cuando fue consultado por una bebé que presentaba un cuadro
clínico caracterizado por fiebre y edema de un sólo ojo. A partir de esa consulta, el genial investigador descubrió el parásito; en la vivienda de la niña el insecto vector y en el intestino del mismo, el parásito. Se transformó así en el único investigador, hasta la fecha, que identificó todos los componentes de la cadena
epidemiológica de una enfermedad.
El Departamento de Parasitología y Micología, de la Facultad de Medicina, supo dar lo mejor de si para conocer, entender y combatir esta enfermedad. Desde el Profesor Tálice hasta nuestros tiempos, por el Departamento pasaron un buen número de docentes de la Facultad de Medicina que no escatimaron su
tiempo en recorrer el interior profundo y en trabajar codo a codo con el Ministerio de Salud Pública y las intendencias departamentales, para intentar dar una solución definitiva a un problema que afectaba a la población más vulnerable del país. Podemos decir que el Profesor Tálice fue el que introdujo el
conocimiento de esta enfermedad en el acervo médico de la época. Sus viajes al interior del país y sus conferencias y entrevistas con colegas lograron que, en 1937, un oftalmólogo de la ciudad de Paysandú detectara una niña con edema bipalpebral (signo de Romaña) que se convirtió, a la postre, en el primer
diagnóstico de Enfermedad de Chagas en Uruguay.
El trabajo de Tálice fue de tal magnitud, que en 1940 publica su monografía sobre los 100 primeros casos agudos de Enfermedad de Chagas en Uruguay.
En referencia a los trabajos relacionados al control de la misma, la piedra fundamental la estableció el profesor Osimani y sus colaboradores, que en 1949 realizaron el primer ensayo con fumigación domiciliaria con Gamexane, en Pueblo Porvenir, Dpto. de Paysandú, con un notable éxito.
Ya en la década del 80, con la llegada del Prof. Agdo. Dr. Salvatella a la dirección del Programa de Chagas del MSP, se estandariza la búsqueda, identificación y control de los triatomineos domiciliarios, como medida de controlar la enfermedad. Es así que, poco a poco, fueron declarados libres de la presencia de Triatoma infestans (vinchuca domiciliaria) varios departamentos endémicos, al punto tal de que en 1997 Uruguay fue declarado como el primer país “libre de transmisión vectorial”.
En cuanto a la transmisión transfusional, la misma está controlada, mediante la realización de screening serológico en bancos de sangre desde el año 1985.
El único mecanismo de transmisión existente aún en Uruguay es el vertical. O sea, una mujer embarazada puede transmitir el parásito al producto de la gesta. Lo puede hacer en cualquier etapa del embarazo y en cualquier embarazo. Lo único que se puede hacer, en este tipo de transmisión, es monitorear a la gestante,
realizándole estudios serológicos. En caso de estar infectada, se estudia al bebé, y, si se detecta la infección en el mismo, el bebé recibe tratamiento, con muy buenas posibilidades de cura. Desde el año 2018, es obligatorio realizar ese tamizaje en todas las embarazadas del país.
Con todo este trabajo realizado, en Uruguay, la Enfermedad de Chagas ha sido controlada. Eso no significa que no hay más pacientes infectados, ya que se trata de una parasitosis de curso crónico. Simplemente, significa que no tenemos más casos nuevos…pero los pacientes infectados existen, y merecen y necesitan de toda nuestra atención.
“No estalla como las bombas ni suena como los tiros.
Como el hambre, mata callando.
Como el hambre, mata a los callados: los que viven condenados al silencio y mueren condenados al olvido.
Tragedia que no suena, enfermos que no pagan, enfermedad que no vende…
El mal de Chagas no es negocio que atraiga a la industria farmacéutica, ni es tema que interese a los políticos ni a los periodistas.
Elige a sus víctimas en el pobrerío.
Las muerde y lentamente, poquito a poco, va acabando con ellas.
Sus víctimas no tienen derechos, ni dinero para comprar los derechos que no tienen.
Ni siquiera tienen el derecho de saber de qué mueren…”
Eduardo Galeano
(Chagas, una tragedia silenciosa – Médicos Sin Fronteras. Editorial Losada, 2005)
Texto: Directora de Departamento de Parasitología y Micología, Instituto de Higiene, Prof. Dra. Yester Basmadjián
Foto: Tacuarembó, 2007